Apenas Don Quijote ha abandonado su aldea, se da cuenta de que jamás ha sido armado caballero, y se propone recibir la orden de caballería en la primera ocasión que se le presente. Al atardecer, después de un día de vagar por despoblado, llega a una venta o mesón que su mente transforma en castillo. Se inicia aquí una de las fases de la enfermedad mental del protagonista, que consiste en acomodar la realidad, por lo general vulgar y corriente, a su exaltada fantasía literaria
Aquella noche, tras una grotesca imitación de la sagrada ceremonia de la vela de armas, el ventero se presta a la farsa de armar caballero a Don Quijote. Lo más noble y elevado de la religiosa solemnidad de armar caballero, queda ahora reducido y rebajado a una burla soez y miserable.
Hay en este episodio una evidente y diáfana parodia de las solemnes fiestas que tanto abundan en los libros de caballería, donde el héroe es armado caballero con toda seriedad y con el más profundo fervor religioso. Pero hay aquí también la clave de un decisivo equívoco en que se basa el Quijote, pues pone bien de manifiesto que el protagonista de la novela, jamás fue caballero, aspecto que percibían bien los lectores del siglo XVII.
En la ley XII del título XXI de la Segunda de las Partidas del rey don Alfonso el Sabio se legisla lo siguiente : “E non debe ser cavallero el que una vegada oviesse recebido caballería por escarnio. E esto podría ser en tres maneras : la primera, quando el que fiziesse cavallero non oviesse poderío de lo fazer; la segunda, quando el que la recibiesse non fuesse ome para ello, por alguna de las razones que diximos [ entre estas razones se ha dicho antes que no puede ser caballero el que es loco o muy pobre]; la tercera, quando alguno que oviesse derecho de ser cavallero la recibiesse a sabiendas por escarnio… E por ende fue establecido antiguamente por derecho que el que quisiera escarnecer tan noble cosa como la caballería, que fincase escarnecido della, de modo que no la podiesse aver “
Don Quijote, entonces, no fue caballero por tres razones : porque estaba loco, porque era pobre y porque una vez recibió por escarnio la caballería. Aunque hubiese recobrado la razón y aunque hubiese logrado una cuantiosa hacienda, el hidalgo manchego jamás hubiera podido ser armado caballero, porque una vez, contra lo legislado en la Segunda Partida, recibió la caballería por escarnio.
Obsérvese que toda la novela transcurrirá acomodada a este equívoco inicial, y está basada en ese error, producto de la locura del protagonista, que, como buen monomaníaco es un hombre sensato, prudente y entendido en todo menos en lo que afecta a su desviación mental. Don Quijote, hombre bueno, inteligente, de agudo espíritu, de un atractivo sin límites y admirable conversador, sólo denuncia su locura al creerse caballero y al amoldar cuanto le rodea al ficticio y literario mundo de los libros de caballería.
Prof. Noemí
jueves, 22 de octubre de 2009
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